lunes, 14 de noviembre de 2011

CUESTIONES DE NUTRICIÓN EN COLOMBIA…

No diré que he realizado una investigación exhaustiva sobre cuestiones de nutrición y alimentación en Colombia, pero en la búsqueda que he realizado alrededor de los temas de alimentación y nutrición, son escazos (prácticamente inexistentes) aquellos escritos donde se cuestionan las categorías que se emplean para denotar a un grupo de individuos como son las de “pobres” y “desnutridos” que además mantienen una directa relación con “indígenas”, “campesinos” y “sectores populares urbanos”. Este es el patrón visible en la revisión de los comunicados del ICBF y  en las revisiones realizadas en torno a los trabajos de antropología.
En la actualidad el Instituto Colombiano De Bienestar Familiar (ICBF) tiene una apuesta grandísima que lleva por nombre COLOMBIA NUTRIDA, donde se vinculan programas como el de Familias En Acción, Hogares Comunitarios Del Bienestar y Desayunos Infantiles Con Amor, estos con el fin de lograr lo que ellos llaman “la univerzacilación de la atención nutricional en primera infancia”, esta intención se despliega rizomática, pues sus objetivos son variados:
·         El  alcance de Colombia Nutrida es ningún niño en Colombia debe morir por una mala situación nutricional.
·         (…) fortalecimiento  y  la  ejecución  de programas  de  nutrición,  que  constituyen  una  Política  de  Estado  para aumentar la disponibilidad de alimentos, el acceso a ellos y el mejoramiento de las condiciones de salud de la población más vulnerable.
·         Consideramos que mejorar las condiciones alimentarias es promover la equidad social.
·         (…) verdadera  revolución  con  cobertura  integral,  garantía  de  derechos,  y estrategias  de  prevención  para  que  nuestros   niños  puedan  alcanzar  un normal  desarrollo, tengan pleno  acceso  a  la  educación y  se  conviertan  en adultos responsables de futuro promisorio.
·         El objetivo ha sido priorizar y potencializar en primera línea la nutrición y la seguridad  alimentaria.
·         (…) la atención  a  la  Primera  Infancia  garantiza  todo  el  desarrollo  en  la  edad temprana de nuestros niños y niñas, para ponerlos en condiciones que les permitan avanzar y completar todo su ciclo escolar, y contribuya a una patria que supere la pobreza y construya equidad.
·         (…) no solamente una adecuada inversión social sino la mejor inversión social que puede hacer el País, la inversión en garantía plena en Primera Infancia.
·         El  Programa  de  Alimentación  al  Escolar  tiene  como  objetivo  mejorar  el desempeño  académico,  la  asistencia  regular  a  la  escuela,  y  promover  la formación   de   hábitos   alimentarios   saludables   en   la   población,   con   la participación  activa  de  la  familia,  la  comunidad  y  el  Estado,  a  través  de  los entes territoriales.
Los anteriores son fragmentos tomados de comunicados realizados por el ICBF, y lo que se observa es que la problemática de la nutrición no tiene una acepción estrictamente biológica, sino que se necesita dejar en claro su transversabilidad a lo social que colabore incluso a reforzar el imaginario de nación y la perspectiva desarrollista propia del país, puesto que: sí hay niños sanos en el mañana habrán hombres y mujeres que trabajen por el futuro de la nación. Como bien es expresado las políticas nutricionales son dirigidas a la “población vulnerable”
“(…) el cuerpo del desnutrido –el “africano” muerto de hambre que ocupó las portadas de tantas revistas occidentales; o el letárgico niño sudamericano “adoptado”  por  dieciséis  dólares  mensuales  que  aparecía  en  los anuncios de las mismas revistas–constituye el símbolo por excelencia del poder que tiene el Primer Mundo sobre el Tercero. Toda una economía del discurso y de las relaciones desiguales de poder se halla codificada en su cuerpo.”[1] (Escobar; 180)
Si bien no tratamos de plantear las relaciones del primer con el tercer mundo, sino como se dan estas construcciones de manera interna en un país como Colombia, está claro que esta cita nos esclarece el panorama. Escobar prosigue exponiendo lo que denomina “violencia simbólica” o “violencia de la representación”, asegurando que las representaciones del hambre y del exceso de población se vuelven deshumanizantes y objetivizantes, donde las poblaciones se revierten en una masa deforme y cuantificable. (Escobar; 180) 
Hugo Armando Sotomayor y otros (1998), presentan un planteamiento similar que denominan “violencia científica”,
“todas las sociedades humanas y como parte de ellas todas las sociedades indígenas colombianas tienen su propia imagen de lo que es un cuerpo bello, sano, fuerte y bien nutrido. Colocar a los individuos y a las sociedades indígenas nacionales a perseguir los patrones internacionales de peso y talla sin saber que la valoración nutricional es mucho más complejo que enfrentar a un individuo contra esas tablas, no solo no es científico, sino que es un acto de violencia “científica”.” (1998; 138)
De esta manera se observa como las políticas de Estado han reforzado la construcción de un imaginario de población “vulnerable”; esto ha dado como resultado la siguiente ecuación: pobres= desnutridos≡ indígenas/campesinos/sectores populares urbanos. Sobre los cuales se han desplegado políticas y discursos re-creando cuerpos e incluso espacios, pues decir que una población presenta problemas de desnutrición crea cuestionamientos alrededor de varios aspectos como el acceso a los recursos, que si bien está ligado a una condición económica concreta, también es conveniente preguntarse sobre los espacios donde se encuentran configurados y eso conlleva a observar que el problema de la desnutrición no es tan “olímpico” como se le quiere encimar, pensándolo en estrictos parámetros de la pobreza. Mi pregunta es ¿dónde queda la violencia? Ejercida tanto por el Estado como por grupo subversivos, esa violencia que obliga a la gente a desplazarse, que la obliga a ceder sus terrenos, que la obliga a cultivar productos que serán usados en biocombustibles… el texto referenciado de Sotomayor y otros, aunque bastante viejo, da las herramientas o más bien plantea una discusión (que Arturo Escobar retoma pero desde otra perspectiva, contradictoria si se quiere), y demuestra que muchos de los intentos de “civilización” incluso en términos de la alimentación y la nutrición se vuelven dudosos y agresivos.
Es conveniente aclarar que la ecuación ya mencionada parece ser invisible y hasta inocente en las investigaciones antropológicas, pero no considero que sea una coincidencia que se trabaje (en las primeras publicaciones de la revista maguaré, que es la que más aborda el tema) sobre todo con indígenas y que incluso en textos más actuales la relación se repita sin ser cuestionada.
Para terminar, considero hay que pensar sobre la construcción de equidad pavoneada desde los discursos del ICBF: no hay posibilidad de construir equidad si en ese mismo ejercicio se construye una alteridad ofensiva, que como ya mencioné no re-construye solo personas sino espacios, imaginándolos incluso lejanos a nuestras realidades.

Bibliografía
·         SOTOMAYOR, Hugo Armando y otros. “La  nutrición de los Nukak Una sociedad Amazónica en proceso de contacto”. En Revista Maguaré. Nº 13 de 1998. Universidad Nacional.
·         ESCOBAR, Arturo. “La dispersión del poder: Fábulas de hambre y alimento”. En: “La Invención Del Tercer Mundo”. Fundación editorial el perro y la rana. Venezuela. 2007.
·         ROLDÁN AMARO, José Antonio y otros. “La desnutrición a nivel municipal en México en tiempos de globalización”. En: Estudios de Antropología Biológica. Volumen XI. CONALCUTA y INAH. México. 2003.


[1] La negrita es mía.